Memoria:

Bajo mis pies.....
El paisaje castellano es verde, amarillo y dorado; está en la cebada y el trigo, se evidencia durante la flor y siega del cereal, en la siembra y recogida del grano,  en el color de la tierra agotada que espera el descanso del barbecho.........Se tiñen de un óxido intenso y oscuro, color de abundancia de los terrenos descansados y receptivos a la llegada de la nueva cosecha. Entre unos tonos y los otros sólo el paso del tiempo y la evolución del cultivo. Un paisaje que cambia drásticamente su color con el paso de las estaciones.

En la laguna......
El paisaje castellano es rosa, azulado y verdoso: se percibe al alba y  baña los reflejos de los lagos y las puntas de las alas de las aves que constituyen una de las riquezas medioambientales de la región. Se combinan en la superficie blanda del agua y reposan en silencio esperando que las horas cambien la gama cromática y el aspecto que se ofrece al espectador. Entre unos y otros, sólo fauna y vida. Un paisaje que se altera con el paso de las horas y los seres.

Sobre mi cabeza.....
El paisaje castellano es naranja y morado; nos estremece al ocaso inundando el cielo; establece un plano infinito que arde durante la puesta solar para apagarse lentamente en un profundo azul que empapará el aire con el rocío. Está en el fondo de los lagos y en las plumas de los Ánades y las Cercetas. Entre unos tonos y otros sólo el aire y las nubes. Un paisaje que se mueve sin descanso.